Este Blog, nace inspirado en un artículo del mismo título, publicado por Paco Muro, Consejero Delegado de Otto Walter para España y Portugal, en el año 2003.

sábado, 28 de marzo de 2020

Pequeños grandes héroes.


28 de marzo de 2020. Tercer fin de semana de confinamiento. A las 7:30 me he despertado. El cambio de ritmo diario también ha provocado un cambio en mis hábitos. Al principio del confinamiento me sentía desconcertada. Pero cada día me hago un poco más dueña de esta nueva vida. 

Esta mañana hacía sol y he salido al balcón para escuchar la vida y su ahora relativo silencio. Aunque se oyen pájaros que hacen esbozar una sonrisa no hay personas. Cierto, ¡es muy temprano!. Pero a pesar de la hora y del canto de los pájaros percibo una quietud diferente. Más tarde sólo habrán personas que salgan a comprar o a pasear su mascota, algún coche quizás,  pero pocos. Ahí está ese relativo silencio de la vida actual. Y cuando lleguen las 20:00h ese silencio se convertirá en aplausos, ovaciones y juegos de luces, en agradecimiento al personal sanitario pero también para mi, hacia todas aquellas personas que están haciendo posible que los servicios básicos funcionen y podamos seguir confinados. He leído y oído en algunos medios, lo hipócrita de ese gesto. Sin embargo a mi me parece un gesto solidario y emocionante, una forma de acercarnos a los que no pueden elegir quedarse en casa ante esta situación excepcional. 

A propósito de este comentario debo añadir algo importante. Desde la distancia del epicentro de esta crisis sanitaria y económica,  cada contribución y cada reflexión que trata de empatizar con la magnitud de la situación nos convierte en pequeños grandes héroes. Desde quedarte en casa, a protegerte con mascarilla y guantes para salir. Desde ayudar a un vecino, o hacer voluntariado, o incluso trabajar si te ves obligado. Cada uno en la medida de nuestras posibilidades, responsabilidad con uno mismo y con los demás.

Cada uno de nosotros tenemos una situación única, ni más ni menos importante que otra, pero algunas sí son más graves que otras. Me siento triste por los enfermos, los familiares de enfermos y por las víctimas de esta pandemia. Y también por lo mal que lo están pasando algunas familias a causa de la pérdida económica que supone la situación. Siento tristeza e impotencia. Sólo espero que las medidas del gobierno y de esa Europa que algunos tanto defienden ayuden de verdad a soportar esta situación. Aunque sepamos que no siempre esas ayudas llegan a todo el mundo.

Voy a aparcar la escritura por hoy y voy a seguir escuchando la vida y su ahora relativo silencio. Voy a seguir hablando de vez en cuando conmigo misma y voy a seguir recuperando pequeños placeres que estaban guardados bajo la llave de las prisas diarias. Seguiré aplaudiendo en el balcón por los sanitarios, por los enfermos, las víctimas y sus familias, por todos los pequeños grandes héroes que en nuestro encierro y mientras el tiempo pasa, estamos descubriendo una nueva manera de afrontar la vida. Un aprendizaje que nos va a acompañar para siempre.  

martes, 24 de marzo de 2020

Confinamiento: nada volverá a ser como antes


Al principio no sabíamos cómo iba a ser y después de 11 días empezamos a conocer lo que significa. Podemos hablar de cómo nos hace sentir y tal vez prever cómo nos va a afectar. Teorizamos sobre lo que vendrá  y sabemos que la situación va a poner a prueba nuestra capacidad de resistencia y resiliencia. Los pronósticos hablan de un mes más y va a representar un antes y un después en nuestras vidas. Ya nada será igual tras el confinamiento. Parece ficción  y es nuestra realidad del año 2020.

Vamos por la vida programados y eso nos da una cierta felicidad. Dividimos el tiempo y sacamos jugo a los momentos  sin ser conscientes. Incluso a veces nos permitimos el lujo de perder esos momentos y no aprovecharlos, porque sabemos que habrán más. Pero este marzo de 2020 nos hemos dado cuenta de que eso ha cambiado  y de que vamos a vivir en la incertidumbre de no saber cuándo dispondremos de más de esos momentos que antes perdimos o decidimos no aprovechar.  Seguro que cuando volvamos a la normalidad, si tenemos suerte, si las cosas van medianamente bien o aunque no, exprimiremos la vida y sus  momentos como nunca antes lo habíamos hecho. 

En este tiempo impuesto nos vemos obligados  a convivir hacia dentro, con nuestro yo más profundo y si podemos,  con el de quien nos acompañe en esos metros cuadrados que compartimos. Sin remedio vamos  a tomar más conciencia de que somos tan fuertes como débiles.  Tendremos que hablar con nosotros mismos y darnos permiso para sentir y sufrir nuestra fortaleza y nuestra debilidad. Vamos a ser  más conscientes que antes de que hay cosas que dependen de nosotros y cosas que no.

¡Cuánto de lo que estaba a nuestro alcance parece a una vida de distancia ahora! Hacer deporte, ir a un concierto o al teatro, a comprar, a pasear sin más, a la montaña, a la playa...Sin duda lo más duro es no tener contacto físico con los nuestros: una reunión, un beso, un abrazo, una mirada, unas palabras...lo que antes teníamos sin pensar, ahora hay que buscarlo desde la distancia y gracias a la tecnología si disponemos de ella. Toca actualizarnos y exprimirlo. Mientras sucede ese mágico momento en que nos vemos las caras, reímos, lloramos y compartimos con nuestras familias o amigos, mientras sucede, deberíamos repetirnos que cuando todo vuelva a la normalidad, no pospondremos encuentros con ellos y no dejaremos de dar abrazos ni de ofrecer sonrisas. Porque si algo básico nos ha de enseñar o confirmar este tiempo excepcional es que en lo más simple y más cercano reside la felicidad de la vida. 

En muchos casos el quedarnos en casa ha desmontado nuestra rutina. Toca volver a empezar y construir una nueva vida en este espacio de tiempo,  que nos sirva para valorar lo que tuvimos, reaprender y generar una nueva vida que de alguna manera tendrá continuidad después del confinamiento.  Hará falta sumar lo bueno que hayamos aprendido, recordado o descubierto y restar lo que nos frenaba vivirla plenamente. Ya nada volverá a ser como antes


martes, 17 de marzo de 2020

Unas líneas para volver a escribir

Estos últimos años cada vez que me siento a escribir me quedo en blanco. No sé qué contar, aunque hay mucho que se remueve por dentro. De política ahora mismo no sabría por dónde empezar. El panorama autonómico y estatal no ha mejorado. Rozamos la independencia en Catalunya, y aunque estamos en el camino se aventura más largo de lo soñado. El estado se echó sobre la gente con palos y ha castigado a los líderes que intentaron escuchar al pueblo y hacer efectivo el mandato recibido. Mandó a prisión a todos los líderes políticos que, sin violencia alguna, pusieron en jaque el sistema y que dejaron en evidencia la supuesta democracia española. Los que no están en prisión, están exiliados. Admiro que hayan arriesgado su modo de vida por cambiar las cosas. Y repudio el sistema arcaico en que el estado quiere seguir estando. Por eso, ya nunca sentiré igual, por eso ya nunca me conformaré con lo que me sirven. Me molesta que los partidos independentistas que parecían ir de la mano a pesar de ser aparentemente opuestos, también se hayan tirado los trastos por encima. Pero en el fondo lo entiendo. Se jugaban mucho y en un escenario de estado como el que nos pintan, volver a arriesgar lo que los líderes anteriores han arriesgado tampoco es efectivo.
Entretanto a nivel de estado sigue evolucionando el eterno show a lo sálvame de luxe. Donde el juego está en ver quién dice la mayor estupidez y quien redunda en no decir nada. Y así despierta la España rancia en contra de Catalunya. Y así se sigue dando vueltas como una peonza, los políticos viven de la política  y se aseguran su vejez, y el resto seguimos girando y tratando de vivir la única vida que tendremos con los medios que tenemos. Pero eso sí, siendo felices si nos dejan.Así que no descubro nada nuevo años después de escribir algo sobre política, todo sigue igual o peor y francamente ahora me apetece vivir haciendo la vista gorda.

De otros temas, puedo decir que ha sido unos años de mucho aprendizaje.  A nivel laboral he vivido con intensidad situaciones que sin ser irreparables me han curtido. Siempre con la esperanza de que lo mejor estaba por venir, he mantenido la entereza y la lucha, discreta, sincera y profesional. Y he comprobado que eso no da mejores resultados que la lucha ruidosa, que pone en jaque los sistemas. Me he visto en el dilema de tomar un camino u otro , y fiel a mis principios me he mantenido en el discreto. He intentado hacer las cosas de manera distinta, aprovechando el aprendizaje, y sin embargo tampoco ha sido suficiente.  Han tenido que responder las personas más cercanas, las de verdad y gracias a ellos he vuelto donde quería estar.  Nada es por casualidad, también lo creo.  Y he decidido hacer un camino que también me pone en el punto de mira en ocasiones en las que querría no tener que estar en primera línea. Pero va con las cartas que decides jugar. Confío que lo bueno que está por llegar , llegue algún día y pueda descansar de esta presión que a veces sigo teniendo seguramente de manera autoimpuesta. Es mi objetivo pero no tengo prisa, para qué tenerla si así he funcionado estos 20 años y no me ha ido tan mal. Cuando digo lo bueno que está por llegar, lo digo sintiendo sinceramente que lo bueno ya lo estoy viviendo, porque a pesar de todo me siento afortunada, reconocida, fuerte  y acompañada. Eso es un tesoro.

Nunca dejamos de aprender, si queremos. Para mi, estar donde estoy supone un reto en el que además sigo queriendo aprender aunque parezca que nunca  es suficiente. Lo escribo y pienso, suspirando un poco, que en realidad nunca lo es. Agradezco a quien ha estado cerca , porque es por ellos que he Vuelto, pero también soy consciente de que sin aquellos menos visibles y que más difícil me lo han puesto tampoco estaría aquí.

Así que en realidad este escrito, es sólo la vuelta. A partir de ahora, voy a escribir más asiduamente, y a compartir de nuevo, emociones, impresiones, sentimientos, pero siempre desde el ánimo de compartir para crecer, para seguir aprendiendo. Porque quien está abierto a escuchar, evoluciona y crece. Nos vemos pronto.