Este Blog, nace inspirado en un artículo del mismo título, publicado por Paco Muro, Consejero Delegado de Otto Walter para España y Portugal, en el año 2003.

sábado, 27 de agosto de 2016

Conciencia de la pérdida

Todo el mundo le abrazaba y no sabía por qué.  Percibía un sentimiento de tristeza en los demás, como si fueran conscientes de una realidad que era incapaz de ver. De fondo, el murmullo de muchas voces, coreando una misma canción. Daba las gracias y devolvía los besos sin entender la verdadera razón. Hablaba con calma, sonreía y de manera cómplice seguía alguna que otra broma que en situaciones así no vienen mal, para romper sin compasión la dureza del momento.
Pasaron las horas y llegó a casa. Cansado, derrotado por la intensidad del día, y con ganas de dormir. Allí  reinaba el silencio que le meció sin duda y le llevó al sueño de manera inconsciente.

Cuando el despertador sonó, se levantó mecánicamente, respetó la rutina de las mañanas y se dirigió de nuevo al mismo lugar que el día anterior.

Allí también reinaba el silencio, hasta que empezaron a llegar familiares y amigos. Volvió a corearse de fondo la misma canción, recibió de nuevo abrazos y besos e incluso empezó a ver algunas lágrimas. Ayer no fue consciente . Pero hoy sí.

Cuando todo acabó, volvieron a casa y el silencio en ella seguía acompañándoles sin ser visto.

Una foto, un olor, una costumbre,... De pronto se volvieron contra él. La ausencia repentinamente se presentó en su puerta y el dolor fue terrible. Aparecieron lágrimas y una sensación de injusticia le invadió. Se encadenaron las preguntas sin respuesta y el sentimiento de culpa. No había vuelta atrás. Aquella pérdida era irreparable, dolorosamente real. Su mundo se había roto, se había hecho trizas: una de las personas que más quería en el mundo se había ido para siempre.