Este Blog, nace inspirado en un artículo del mismo título, publicado por Paco Muro, Consejero Delegado de Otto Walter para España y Portugal, en el año 2003.

lunes, 26 de abril de 2010

BRUSCA AGONÍA

Las palabras a veces enfrían lo que una siente. Pero dan una explicación al torbellino de sentimientos que se desatan en tu interior. No siempre son palabras precisas, puede que incluso resulten torpes...pero fluyen dentro y adquieren sentido cuando se dicen en voz alta, cuando se comparten o cuando se escriben.

El dolor no tiene explicación. Puedes desahogarte, pero digas lo que digas, la realidad sigue siendo la misma, por más que llores o hables, la realidad no cambia. Y cuando duele, pesa. La vida es muy injusta. Lo es cuando se va de forma brusca. Y lo es cuando lo hace poco a poco. No sabemos cuál será nuestra marcha de ella, como tampoco fuimos conscientes al llegar a ella.

Sea como sea, resulta duro. La agonía, te debilita cada día un poco más, sin ser consciente de ello. Te sume en la desesperación, despierta en ti pensamientos contradictorios por los cuales a la vez te sientes culpable. En cambio, la brusquedad te aturde, te deja en un lugar de la realidad falso, en el que no eres capaz de encajar el golpe. No encuentras explicación, ni surgen las palabras. Es un portazo a la vida. Todo es doloroso porque el final es el mismo. Y es el que no puedes controlar. La agonía te desgasta. La brusquedad te rompe en pedazos.

Pero la vida es vida mientras tienes el privilegio de elegir, mientras puedes decidir y actuar sobre ella. Y deja de ser vida cuando todo lo que tú eres está en función de lo que los demás quieran hacer. Cuando eres bebé tienes la vida por delante y has de alzar el vuelo, y cuando eres un anciano la vida te queda detrás y lo que intentas es aterrizar para siempre.

Llegado este momento, a ojos del que observa, que la vida se nos vaya no es más que una brusca agonía. Brusca porque irrumpe así en tu corazón...porque has de encajarla te guste o no...porque o la aceptas o te vas detrás.

Y cuando llega el final, lo hace sin vacilación. Y te hace sentir que está fuera de tu control. En ése proceso, intentas prepararte,pero con ésa débil esperanza del "quizás no" o peor aún, con la enérgica negación a despedirte de aquel que quieres...

La vida es un trayecto. Lleno de paradas. Algunas necesarias, algunas escogidas, otras impuestas... Da igual que las veas venir o que no...están ahí para hacerte parar, para volver a empezar o para seguir simplemente aprendiendo a llevar lo que te ha tocado vivir.

Y el final es una sorpresa, como decía mi Yaya,....sabemos que llegará, pero no cómo ni cuándo. Así que aprovecha la vida, disfruta, ríe, y sobretodo, perdona, porque la vida es más sencilla cuando pase lo que pase, le sigues sonriendo.

14 de mayo de 2010