La esperanza es un buen compañero de viaje. Nos guía en el camino, cuando las sombras lo oscurecen. Es bueno cogerla de la mano y no dejarla escapar. Al final de todo, lo esencial es mantenerse firme y avanzar. Mientras las cosas nos suceden la vida pasa. Podemos elegir lamentarnos o mirar adelante y seguir encarando lo que llega.
Qué fácil decirlo, cuando después de todo, no estamos tan mal. Siempre hay alguien peor. Pero también alguien mejor. Lo que importa es que, lo que sentimos, para nosotros es lo más importante. Nos miramos el ombligo y nos centramos en ello, porque es nuestro momento, es nuestra desgracia o es nuestra alegría. No podemos culpar a nadie. Pero lo valiente, lo inteligente, es no perder la perspectiva, porque sin duda, es lo que nos permite poner la balanza en marcha, para ser conscientes de nuestra pena o de nuestra alegría. Y sólo ese nivel de conciencia, nos empuja a valorar las cosas de forma justa. Hay quienes se pierden en ese preciso instante, porque se vuelven incapaces de abrir los ojos y mirar alrededor.
La esperanza es un buen compañero de viaje, da sentido a nuestra vida. Nos aporta sutilmente la energía necesaria para avanzar. Esperanza y sentido, son dos palabras que se abrazan, no las dejemos escapar.
La esperanza es un buen compañero de viaje, da sentido a nuestra vida. Nos aporta sutilmente la energía necesaria para avanzar. Esperanza y sentido, son dos palabras que se abrazan, no las dejemos escapar.