Este Blog, nace inspirado en un artículo del mismo título, publicado por Paco Muro, Consejero Delegado de Otto Walter para España y Portugal, en el año 2003.

jueves, 31 de diciembre de 2020

Para el Nuevo Año, la luz que me acompaña





Cuando llega el último día del año hacer balance se convierte en una necesidad.Lo es porque aquello que impacta emocionalmente de lo vivido suele ser lo que queda en nuestra memoria más reciente. Y porque hay pequeñas cosas que sin el peso del impacto son tan importantes o más, son las que equilibran nuestra vida, las que por pura cotidianeidad no ponemos en primer lugar y parece que valoramos menos. Sin embargo son las que sostienen nuestras vidas y nuestros proyectos. 

Siento que ha sido un mal año 2020 y  al releer los propósitos con los que lo quise empezar, me doy cuenta de que después de todo no ha sido tan malo. De que donde debo poner el énfasis es en todo lo bueno que he vivido y en todo lo que conservo. No voy a nombrarlo ni enumerarlo, porque todo es igual de importante, porque desearía que todo el mundo lo tuviera. Así que lo que me llevo del 2020 es mucho más de lo que he perdido a pesar de que la tristeza que me acompaña hace nueve meses trate de oscurecer la luz que también ha habido. 

 

Sólo me queda decir que me siento agradecida porque la luz que también me ha acompañado estos meses es más fuerte que el desánimo y la frustración. Le  pido al nuevo año 2021 que esa luz siga brillando por encima de todo y que como dicen en Star Wars, la suerte también nos acompañe.

sábado, 9 de mayo de 2020

Vivir varias vidas en una sola

Al principio nos resistíamos a aceptar la  nueva situación aunque sabíamos que no nos quedaba otra opción. Con el paso de los días reinventamos rutinas, reordenamos nuestro tiempo e incluso en los mejores casos fuimos capaces de sentirnos cómodas. En el horizonte visualizábamos que todo esto nos llevaría de vuelta a nuestra vida anterior.  A finales de marzo empezó  la primavera sin poder apreciar su belleza, su color y esa olor tan especial que desprenden las plantas cuando florecen. Las franjas horarias del 02 de mayo llegaron en medio de la necesidad imperiosa de salir de nuevo y rebajaron la ansiedad de muchas personas. Fue como recuperar un poquito de libertad.
Va a hacer dos meses y tal vez ya no nos resistimos, queda muy atrás nuestra vida anterior. Vivir entre cuatro paredes con la suerte de ver algún paisaje desde el balcón, algún rayo de sol, salir a mover el cuerpo cuando tenemos permiso o teletrabajar, empieza a sentirse normal. Ya no visualizamos la vuelta a nuestra vida anterior.  Tal vez en algún rincón de nuestro pensamiento no nos resignemos a reencontrarnos con ella pero después de casi dos meses somos más conscientes de que no volverá. Será diferente y en algún momento también nos daremos cuenta de que habremos tenido la oportunidad de vivir varias vidas en una sola.

Eso sentimos cuando algún detalle nos transporta unos meses atrás y nos viene al pensamiento que aquello ya no está. Con el máximo respeto y solidaridad hacia quienes están viviendo o han vivido situaciones extremas, algunos con más o menos fortuna y otros con situaciones más o menos duras, pero todos hemos perdido algo en este trayecto y nos estamos viendo obligados a enfrentar pequeños duelos. Con un golpe efectivo y contundente nos están dando la oportunidad de reiniciarnos, de afrontar la vida y sus detalles de otra manera.

Ya no nos resistimos, llevamos suficiente tiempo en esta nueva realidad como para empezar a dejar de mirar atrás y sólo centrarnos en prepararnos para lo que vendrá. No hay velocidad de crucero, vivir varias vidas en una requiere volver a empezar  levando el ancla del pasado, encendiendo los motores del presente y navegar en él hacia el futuro de la mejor manera posible.

viernes, 1 de mayo de 2020

Aplausos y soledad

Después de 48 días de confinamiento hemos tenido tiempo para pensar, repensar y no pensar  sobre lo que el encierro nos hace sentir. Hay tantas cosas en juego que somos incapaces de abordarlas todas a pesar de tener aparentemente más tiempo que nunca para hacerlo. Porque no es lo mismo, entrar y salir de casa que hacerlo todo desde casa.

¡En los medios de comunicación se leen tantas opciones por hacer!  Todo se reduce a un espacio de unos pocos metros cuadrados donde compartimos con otros o en soledad con nosotros mismos lo que se nos remueve por dentro.

Las primeras semanas aplaudir a las 8 de la tarde era un momento mágico. De reconocimiento hacia los que arriesgando sus vidas hacían un poco más llevadero nuestro encierro. Incluso en muchos casos, representaba un momento para compartir presencia con los demás, para dar ánimos a nuestro  rincón más intimo que comprobaba que no estábamos solos. Sin embargo con el paso de los días, hemos visto vecinos aparecer y dejar de aparecer. Hemos sentido el desánimo y el ánimo en toda su intensidad. Cada balcón encierra una historia distinta, de preocupación, de alegría, de enfado, de gratitud. Tras los aplausos y las sonrisas a distancia se esconden tantas historias que juzgarlos por estar o no estar se convierte en  una absoluta injusticia.

Después de 48 días la economía se ha parado, el COVID está arrasando implacablemente innumerables proyectos e ilusiones y esfuerzos. Los gobiernos no hacen más que hablar de ayudas a pymes y autónomos  y sin embargo somos conocedores  de muchas realidades donde estas ayudas no están llegando. Cada uno en nuestra particular soledad enfrentamos una situación de la que empezamos a estar seriamente agotados. Aplaudir  ya no parece ser ese momento compartido que aligera las penas. Aplaudimos con más pesar y con un poco menos de intensidad. Al menos eso ocurre cerca de mi o será que es lo que yo siento.

Mañana 2 de mayo, empieza la vuelta a una “nueva” normalidad. Podremos  salir a hacer ejercicio o caminar limitados por unas normas. Por más que digan nunca habrá una nueva normalidad cuando tantas vidas se han visto implacablemente afectadas. Mañana nos parecerá que recuperamos en soledad una pequeña parte de nuestra libertad. Y sentiremos de manera contradictoria esa felicidad y esa tristeza.


domingo, 26 de abril de 2020

No sabemos qué pasará mañana

Cuántas cosas dejaremos de hacer y cuántas cosas aprenderemos. Con la añoranza de lo que estamos perdiendo y sabiendo que sólo podemos controlar la decisión de cómo queremos pasar este tiempo. Quizás no seremos demasiado conscientes de algunos cambios hasta que no volvamos a vivir la siguiente primavera o el siguiente Sant Jordi. Vivimos cada día con la esperanza que el esfuerzo dé sus frutos, con el sueño que mañana queda un día menos para un horizonte que no vemos pero que nos acompaña de manera invisible y que nos está esperando en algún punto de un futuro cercano.
La vida nos regala tiempo.Vamos con prisas, parece que se nos escape de las manos y mientras corremos queremos que pase lento. Nos damos cuenta que las pequeñas cosas son las que tienen más valor cuando algún hecho imprevisto y maquiavélico nos obliga a parar.

Este confinamiento dejará en nosotros una huella que no podremos borrar. Nada será igual cuando volvamos a compartir espacios, ni siquiera cuando volvamos a abrazarnos.

Mientras tanto, no pospongamos celebraciones, no pospongamos un te quiero, disfrutemos de las palabras que abrazan y de los ojos que sonríen. Cuando una situación se tuerza, cuando haya un malentendido, no aplacemos la conversación. No hay nadad mejor que una conversación aclaratoria.

Aprovechemos a pesar de la distancia, cada momento que nos regalen la amistad y la familia. Seamos conscientes a cada paso, de que este tiempo no volverá.
Aprovechemos cada momento que generemos con los compañeros y compañeras de trabajo si los tenemos. Ahora forzadamente, quizás hablemos más a menudo y si hay buen rollo, que los encuentros virtuales sirvan de terapia.
Que no sabemos qué pasará mañana, sólo tenemos el hoy, el aquí y ahora. Hagámonos conscientes cada día y cuidémoslo.


No sabem què passarà demà

Quantes coses deixarem de fer i quantes coses n’aprendrem a fer. Amb l’enyor del que estem perdent, sabem que només podem controlar la decisió de com volem passar aquest temps. Potser no serem gaire conscients d’alguns canvis fins que no tornem a viure la següent primavera o el proper Sant Jordi. Vivim dia a dia amb l’esperança que l’esforç doni els seus fruits, amb el somni que demà queda un dia menys per un horitzó que no veiem, que sabem que ens acompanya i que de manera invisible ens està esperant en algun punt del futur proper.
La vida ens regala temps. Anem amb preses, sembla que se’ns escapi de les mans i mentre correm volem que passi lent. Te n’adones que les coses més petites son les que tenen més valor quan algun fet imprevist i maquiavèl.lic ens obliga a aturar-nos.
Aquest confinament deixarà en nosaltres una emprenta que no podrem esborrar. Res no serà igual quan anem tornant a compartir espais, ni tan sols quan ens tornem a abraçar.
Mentrestant, no posposem celebracions, no posposem un t’estimo, gaudim de les paraules que abracen i dels somriures dels ulls. Quan una situació es torci, quan hi hagi un malentés, no posposem la conversa. Res no hi ha millor que una conversa aclaridora.
Aprofitem tot i la distància, cada moment que ens regalin l’amistat i la família. Siguem conscients a cada pas, que el temps no tornarà.
Aprofitem també cada moment que generem amb els companys i companyes de feina.  Ara forçadament  potser ens parlem més sovint i si hi ha bon rotllo, que les trobades virtuals siguin teràpies.
Que no sabem què passarà demà, només tenim l’avui. Fem-nos conscients cada dia i cuidem-lo.

lunes, 13 de abril de 2020

Unión o desunión

Hoy la situación hace sentir que esa unión no era tan fuerte. Tirar del hilo para saber dónde está el origen no es fácil. No se le puede atribuir a un simple hecho, puede que sea la suma de muchos.

Haciendo una lectura amable de la aplicación WhatsApp,  parece haber conseguido acercar y unir más a familias y amigos que vivían a distancia. Ha conseguido captar la atención de adolescentes y mayores por su inmediatez. Ha logrado que integremos emoticonos en nuestra forma de comunicación, para intensificar cada palabra o cada expresión. Completamente seducidos, nos ha enseñado una nueva manera de comunicarnos que ha llegado a sustituir en muchas ocasiones a la llamada de voz. Dejarse llevar por esta última afirmación como forma de funcionar, también ha convertido a WhatsApp en una especie de demonio capaz de romper los lazos más fuertes.

No hay nada que sustituya una conversación de voz como herramienta para aclarar un malentendido. Ni siquiera como herramienta de comunicación. Las palabras escritas, quedan y son interpretables. Las conversaciones permiten aclaraciones que el texto convierte en sentencias. No se puede discutir por WhatsApp. Las conversaciones verdaderamente importantes deben seguir siendo de voz. Y en todos los casos, las dos partes han de querer esa conversación.

El desencadenante de una ruptura ha sido un mensaje sin filtro aparecido en un grupo. Lo que ha llevado a una discusión entre dos. A lo que se ha sumado una no discusión en grupo porque no ha habido conversación, sólo mensajes provocadores a los que no ha seguido una llamada. Y ahí han quedado reflejadas posiblemente varias rupturas: una entre dos, otra entre el grupo. Después ha habido alguna llamada entre algunos de sus miembros. Y a ellas le ha seguido el silencio en el grupo. Por primera vez y en muchos años. 
La ruptura entre dos con los días tal vez podrá recuperarse, sólo depende de ellos dos y en dónde quieran poner el peso. La ruptura en el grupo es más incierta. Hay más personas en medio y  también depende de ellos mismos. Seguro que cada uno lo está sufriendo a su manera. Cuesta pensar que hayan tomado una decisión definitiva.  El tiempo dirá.

Hoy hace un mes del confinamiento total y llueve. Es un día gris y es lunes de Pascua. El silencio del grupo es ensordecedor y doloroso. Algo no resuelto flota en el aire, algo que se ha estado cociendo, que sigue cociendo y que no sé a dónde llevará. No era el mejor momento para una crisis interna, bastante hay con esta pandemia. Pero ¿quiénes no las tienen? Donde hay roce hay vida, donde hay vida hay acuerdos y desacuerdos. El encierro, las preocupaciones y la historia de cada uno no ayudan a resolver. ¿Hace falta darle tanto poder a lo malo?  Cuando las cosas se tuercen sólo el amor puede salvarlas. Porque sólo hay una cosa que no tiene solución en esta vida, en la que no hay marcha atrás,  que no puede discutirse y que cuando sucede hace que todo cambie para siempre.

Veremos quién sale vencedor en esta situación: si la unión o ese cúmulo de cosas y situaciones a las que ahora se les está dando tanto poder. Sabe mal sentir mientras tanto, que quizás esa unión no era tan fuerte.

NOTA: La unión venció.






viernes, 10 de abril de 2020

Vivir a cámara lenta

¡Deja de mirar pantallas! Ha sido un pensamiento recurrente en los últimos años a pesar de que la realidad  es que vivo entre ellas y las he puesto al frente y en medio de mi vida. Les he concedido un poder con el que la mayoría de las veces ese pensamiento ha quedado sólo en una idea, entrando en debate conmigo misma para que al final venciera la pantalla. Esto me parecía espantoso y cansino, me había hecho de alguna manera dependiente. Trataba de desconectarme pero todo lo que me envolvía me lo ponía difícil y me llevaba a seguir conectada a ellas.

Hoy, en medio de esta pandemia, las pantallas y la tecnología me  parecen una especie de salvavidas.  Puedo seguir  vitalmente conectada a mis padres, a mi familia, a mis amigos, a mis compañeros de trabajo, a las noticias, a la cultura, a todo. Me hacen sentir más cerca de mi vida anterior sin interferencias, porque estoy aprendiendo a centrarme en aquellos detalles que hacen de la vida un fabuloso viaje, libre de prisas y de distracciones. No es un discurso, es una realidad.

Este maldito momento ideado por los que mueven los hilos, me va a servir entre muchas otras cosas para ser más consciente aún de la importancia que tienen una mirada, una sonrisa,  la cercanía y los abrazos. Cómo echo de menos abrazar a mi gente. Ser consciente de ello está siendo un gran aprendizaje. Soy de esas personas afortunadas que está viviendo la cara más amable de este maldito virus.  Tengo de todo y  lo tengo todo a mano. Antes corría de un lado a otro  y ahora no tengo que correr. He apretado el freno y no pasa nada. Sigo respirando y el mundo dando vueltas. Vivo a cámara lenta y saboreo lo esencial. Inevitablemente soy más consciente de que aunque esté  literalmente  hiperconectada a la realidad, me falta el contacto físico con mi gente. Algo tan simple y tan grande, tan esencial. Procuro no mirar más allá del día de hoy como forma de protegerme ante la incertidumbre. Sé que nos queda un camino largo y que es mejor focalizar la atención y concentrar la energía en el hoy. Así me parece vivir a cámara lenta dentro de esta  hiperconexión. Me obligo a seguir  las noticias y a veces dudo del día que es. Para lo bueno y para lo malo he perdido un poco la noción del tiempo, pero sigo centrada en el hoy con la ilusión de que ya queda menos para esos abrazos que tanto me reconfortan.

Al final como al principio,  un minuto siguen siendo sesenta segundos. Hoy me parece vivirlos a cámara lenta, porque no hay interferencias y no hay distracciones, echando de menos que no hayan pantallas de por medio e irremediablemente agradeciendo tenerlas conmigo.



sábado, 28 de marzo de 2020

Pequeños grandes héroes.


28 de marzo de 2020. Tercer fin de semana de confinamiento. A las 7:30 me he despertado. El cambio de ritmo diario también ha provocado un cambio en mis hábitos. Al principio del confinamiento me sentía desconcertada. Pero cada día me hago un poco más dueña de esta nueva vida. 

Esta mañana hacía sol y he salido al balcón para escuchar la vida y su ahora relativo silencio. Aunque se oyen pájaros que hacen esbozar una sonrisa no hay personas. Cierto, ¡es muy temprano!. Pero a pesar de la hora y del canto de los pájaros percibo una quietud diferente. Más tarde sólo habrán personas que salgan a comprar o a pasear su mascota, algún coche quizás,  pero pocos. Ahí está ese relativo silencio de la vida actual. Y cuando lleguen las 20:00h ese silencio se convertirá en aplausos, ovaciones y juegos de luces, en agradecimiento al personal sanitario pero también para mi, hacia todas aquellas personas que están haciendo posible que los servicios básicos funcionen y podamos seguir confinados. He leído y oído en algunos medios, lo hipócrita de ese gesto. Sin embargo a mi me parece un gesto solidario y emocionante, una forma de acercarnos a los que no pueden elegir quedarse en casa ante esta situación excepcional. 

A propósito de este comentario debo añadir algo importante. Desde la distancia del epicentro de esta crisis sanitaria y económica,  cada contribución y cada reflexión que trata de empatizar con la magnitud de la situación nos convierte en pequeños grandes héroes. Desde quedarte en casa, a protegerte con mascarilla y guantes para salir. Desde ayudar a un vecino, o hacer voluntariado, o incluso trabajar si te ves obligado. Cada uno en la medida de nuestras posibilidades, responsabilidad con uno mismo y con los demás.

Cada uno de nosotros tenemos una situación única, ni más ni menos importante que otra, pero algunas sí son más graves que otras. Me siento triste por los enfermos, los familiares de enfermos y por las víctimas de esta pandemia. Y también por lo mal que lo están pasando algunas familias a causa de la pérdida económica que supone la situación. Siento tristeza e impotencia. Sólo espero que las medidas del gobierno y de esa Europa que algunos tanto defienden ayuden de verdad a soportar esta situación. Aunque sepamos que no siempre esas ayudas llegan a todo el mundo.

Voy a aparcar la escritura por hoy y voy a seguir escuchando la vida y su ahora relativo silencio. Voy a seguir hablando de vez en cuando conmigo misma y voy a seguir recuperando pequeños placeres que estaban guardados bajo la llave de las prisas diarias. Seguiré aplaudiendo en el balcón por los sanitarios, por los enfermos, las víctimas y sus familias, por todos los pequeños grandes héroes que en nuestro encierro y mientras el tiempo pasa, estamos descubriendo una nueva manera de afrontar la vida. Un aprendizaje que nos va a acompañar para siempre.  

martes, 24 de marzo de 2020

Confinamiento: nada volverá a ser como antes


Al principio no sabíamos cómo iba a ser y después de 11 días empezamos a conocer lo que significa. Podemos hablar de cómo nos hace sentir y tal vez prever cómo nos va a afectar. Teorizamos sobre lo que vendrá  y sabemos que la situación va a poner a prueba nuestra capacidad de resistencia y resiliencia. Los pronósticos hablan de un mes más y va a representar un antes y un después en nuestras vidas. Ya nada será igual tras el confinamiento. Parece ficción  y es nuestra realidad del año 2020.

Vamos por la vida programados y eso nos da una cierta felicidad. Dividimos el tiempo y sacamos jugo a los momentos  sin ser conscientes. Incluso a veces nos permitimos el lujo de perder esos momentos y no aprovecharlos, porque sabemos que habrán más. Pero este marzo de 2020 nos hemos dado cuenta de que eso ha cambiado  y de que vamos a vivir en la incertidumbre de no saber cuándo dispondremos de más de esos momentos que antes perdimos o decidimos no aprovechar.  Seguro que cuando volvamos a la normalidad, si tenemos suerte, si las cosas van medianamente bien o aunque no, exprimiremos la vida y sus  momentos como nunca antes lo habíamos hecho. 

En este tiempo impuesto nos vemos obligados  a convivir hacia dentro, con nuestro yo más profundo y si podemos,  con el de quien nos acompañe en esos metros cuadrados que compartimos. Sin remedio vamos  a tomar más conciencia de que somos tan fuertes como débiles.  Tendremos que hablar con nosotros mismos y darnos permiso para sentir y sufrir nuestra fortaleza y nuestra debilidad. Vamos a ser  más conscientes que antes de que hay cosas que dependen de nosotros y cosas que no.

¡Cuánto de lo que estaba a nuestro alcance parece a una vida de distancia ahora! Hacer deporte, ir a un concierto o al teatro, a comprar, a pasear sin más, a la montaña, a la playa...Sin duda lo más duro es no tener contacto físico con los nuestros: una reunión, un beso, un abrazo, una mirada, unas palabras...lo que antes teníamos sin pensar, ahora hay que buscarlo desde la distancia y gracias a la tecnología si disponemos de ella. Toca actualizarnos y exprimirlo. Mientras sucede ese mágico momento en que nos vemos las caras, reímos, lloramos y compartimos con nuestras familias o amigos, mientras sucede, deberíamos repetirnos que cuando todo vuelva a la normalidad, no pospondremos encuentros con ellos y no dejaremos de dar abrazos ni de ofrecer sonrisas. Porque si algo básico nos ha de enseñar o confirmar este tiempo excepcional es que en lo más simple y más cercano reside la felicidad de la vida. 

En muchos casos el quedarnos en casa ha desmontado nuestra rutina. Toca volver a empezar y construir una nueva vida en este espacio de tiempo,  que nos sirva para valorar lo que tuvimos, reaprender y generar una nueva vida que de alguna manera tendrá continuidad después del confinamiento.  Hará falta sumar lo bueno que hayamos aprendido, recordado o descubierto y restar lo que nos frenaba vivirla plenamente. Ya nada volverá a ser como antes


martes, 17 de marzo de 2020

Unas líneas para volver a escribir

Estos últimos años cada vez que me siento a escribir me quedo en blanco. No sé qué contar, aunque hay mucho que se remueve por dentro. De política ahora mismo no sabría por dónde empezar. El panorama autonómico y estatal no ha mejorado. Rozamos la independencia en Catalunya, y aunque estamos en el camino se aventura más largo de lo soñado. El estado se echó sobre la gente con palos y ha castigado a los líderes que intentaron escuchar al pueblo y hacer efectivo el mandato recibido. Mandó a prisión a todos los líderes políticos que, sin violencia alguna, pusieron en jaque el sistema y que dejaron en evidencia la supuesta democracia española. Los que no están en prisión, están exiliados. Admiro que hayan arriesgado su modo de vida por cambiar las cosas. Y repudio el sistema arcaico en que el estado quiere seguir estando. Por eso, ya nunca sentiré igual, por eso ya nunca me conformaré con lo que me sirven. Me molesta que los partidos independentistas que parecían ir de la mano a pesar de ser aparentemente opuestos, también se hayan tirado los trastos por encima. Pero en el fondo lo entiendo. Se jugaban mucho y en un escenario de estado como el que nos pintan, volver a arriesgar lo que los líderes anteriores han arriesgado tampoco es efectivo.
Entretanto a nivel de estado sigue evolucionando el eterno show a lo sálvame de luxe. Donde el juego está en ver quién dice la mayor estupidez y quien redunda en no decir nada. Y así despierta la España rancia en contra de Catalunya. Y así se sigue dando vueltas como una peonza, los políticos viven de la política  y se aseguran su vejez, y el resto seguimos girando y tratando de vivir la única vida que tendremos con los medios que tenemos. Pero eso sí, siendo felices si nos dejan.Así que no descubro nada nuevo años después de escribir algo sobre política, todo sigue igual o peor y francamente ahora me apetece vivir haciendo la vista gorda.

De otros temas, puedo decir que ha sido unos años de mucho aprendizaje.  A nivel laboral he vivido con intensidad situaciones que sin ser irreparables me han curtido. Siempre con la esperanza de que lo mejor estaba por venir, he mantenido la entereza y la lucha, discreta, sincera y profesional. Y he comprobado que eso no da mejores resultados que la lucha ruidosa, que pone en jaque los sistemas. Me he visto en el dilema de tomar un camino u otro , y fiel a mis principios me he mantenido en el discreto. He intentado hacer las cosas de manera distinta, aprovechando el aprendizaje, y sin embargo tampoco ha sido suficiente.  Han tenido que responder las personas más cercanas, las de verdad y gracias a ellos he vuelto donde quería estar.  Nada es por casualidad, también lo creo.  Y he decidido hacer un camino que también me pone en el punto de mira en ocasiones en las que querría no tener que estar en primera línea. Pero va con las cartas que decides jugar. Confío que lo bueno que está por llegar , llegue algún día y pueda descansar de esta presión que a veces sigo teniendo seguramente de manera autoimpuesta. Es mi objetivo pero no tengo prisa, para qué tenerla si así he funcionado estos 20 años y no me ha ido tan mal. Cuando digo lo bueno que está por llegar, lo digo sintiendo sinceramente que lo bueno ya lo estoy viviendo, porque a pesar de todo me siento afortunada, reconocida, fuerte  y acompañada. Eso es un tesoro.

Nunca dejamos de aprender, si queremos. Para mi, estar donde estoy supone un reto en el que además sigo queriendo aprender aunque parezca que nunca  es suficiente. Lo escribo y pienso, suspirando un poco, que en realidad nunca lo es. Agradezco a quien ha estado cerca , porque es por ellos que he Vuelto, pero también soy consciente de que sin aquellos menos visibles y que más difícil me lo han puesto tampoco estaría aquí.

Así que en realidad este escrito, es sólo la vuelta. A partir de ahora, voy a escribir más asiduamente, y a compartir de nuevo, emociones, impresiones, sentimientos, pero siempre desde el ánimo de compartir para crecer, para seguir aprendiendo. Porque quien está abierto a escuchar, evoluciona y crece. Nos vemos pronto.

domingo, 23 de febrero de 2020

La Vida: Dejar que te alcance o alcanzarla.



Un día de verano de buena mañana, pasear al lado del mar, caminar y  respirar profundamente. Llenarte del aire particular que deja ir el mar y de su sonido envolvente. Te acompañan las nubes y los tímidos rayos de sol que dejan entrever.  El sol parece hacer esfuerzos por sobresalir y  aunque parece que seguirá haciéndolos, seguro que descansará. Hoy ganan ellas.
Son momentos inspiradores, embriagadores, sumamente potentes que te cargan de energía.
Y cuando el cielo cruje, cautiva. Ya viene la lluvia para bañar tanta vida y darle un respiro, para regar los momentos y embellecerlos. 
Me empiezo a mojar  y me dejo. Veo un camino más corto que me llevará antes a casa. Puedo acortar mi camino o seguir y envolverme en el agua. Respiro hondo y elijo dejarme envolver por el agua, un momento que siempre evitamos y que es único. Así que hoy me dejo alcanzar por la vida, aunque en realidad siento que la alcanzo yo.  Con esa unión tan simple, tan perfecta,  yo me siento más viva, más fuerte,  muy feliz. Así es dejar que te alcance la vida y alcanzar la vida, vivirla.

Agosto 2018