La percepción de las cosas depende de nuestras experiencias previas. Y por tanto no hay una verdad única en relación a nada. Todo lo que hacemos, todo lo que experimentamos tiene un sentido único para cada uno. Tener la oportunidad de compartirlo es una suerte y tener la oportunidad de ser comprendidos, un privilegio.
Cuando una "verdad personal" es compartida abrimos la puerta a los matices que aporta el otro. En cambio, cuando no la compartimos estamos privándonos de mejorarla o de desmentirla. Puede ser una falsa verdad alimentada por nuestras propias ideas y pensamientos. Puede ser errónea o acertada, ¿cómo saberlo?. Igual que no podemos dejar de interpretar la realidad y conferirle un sentido único para nosotros, tampoco debemos autoconvencernos de que ése sentido único para nosotros sea el mismo para los demás.
Cuántas veces en nuestra vida, en relación a alguna idea, al cabo de un tiempo la hemos modificado, sorprendiéndonos de hacerlo. E incluso nos hemos dado cuenta de que aquel amigo o aquella persona estaban en lo cierto y nosotros no.... Sí. No vemos las cosas tal como son, si no tal como somos.
Con todo esto, no hemos de dudar de nosotros mismos; ver las cosas tal como somos nos da seguridad. La cuestión no es dejar de verlas como somos, la cuestión es compartirlas y estar abiertos a modificar esa visión si es necesario.